
Conmemoran el 326 aniversario luctuoso de Sor Juana Inés de la Cruz
- Javier Mejía
- 12 de abril de 2021
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La Cámara de Diputados organizó conferencia magistral “¿Por qué Sor Juana Inés de la Cruz en la sociedad y en la cultura de estos tiempos?
Sara Poot Herrera, doctora en literatura hispánica por El Colegio de México y profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de California, en Santa Bárbara, aseguró que a 326 años de su muerte, “su figura sigue presente, no es de nadie, es de todos. Nos quedamos con todo, su obra no tiene desperdicio”, por lo que llamó a conocerla y leer su legado literario, social, educativo e histórico.
Además de escritora y poeta, fue teórica, práctica, política, economista, contadora, teóloga, cronista, enciclopedista y autora de todos los géneros literarios de la época de textos sagrados y profanos. Hija y madre de sus libros, que luchó por el entendimiento y la libertad; habló de las víctimas de sus tiempos, enfermedad, hambre, mujeres, hombres sabios y de los necios también, señaló.
“Fue irónica y con sentido del humor, que probó las mágicas infusiones hechas por los indios herbolarios, concilió culturas y la identificaron como Fénix de México, por lo que borra fronteras y sigue presente en la cultura de nuestros tiempos, porque una poeta así es eterna”, destacó la experta.
Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillán, monja por voluntad y convicción, negándose al matrimonio, nació el 12 de noviembre de 1648, en el siglo XVII y murió el 17 abril de 1695, siendo la sexta víctima de una epidemia en el Convento de San Jerónimo.
Indicó que fue una mujer que se resistió a las condiciones restrictivas de su época, en una sociedad masculina y misógina que la atacó por su razón y pugnar por su libertad, pero que también la aclamó por su genio y sabiduría plasmada en villancicos, loas, sonetos y prosa que la convierten en un fénix.
La especialista amenizó su charla con la lectura de pasajes poéticos de Sor Juana, en ese peculiar estilo que sigue vigente y alegra el oído y espíritu de los escuchas. Relató el devenir de la vida en el Convento de San Jerónimo en medio de sus apreciados libros y las obras que creó, las cuales donó para ayudar a los pobres.
Se refirió a la musicalización de los villancicos, que se imprimieron en ediciones sueltas y después “Inundación castálida”, primer libro que se editó de su obra, publicado en Madrid en 1689. Las primeras obras son de carácter colectivo y en 1680, con el título “Neptuno alegórico”, le pagaron 200 pesos en oro, que realizó de forma horizontal pensando en un público que leía latín y en el que era analfabeta, plasmando la alta cultura y la popular e incluyó el náhuatl en sus escritos.