
Sueños de un hombre enamorado
- mexicalinewsadmin
- 16 de marzo de 2023
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* Los enunciados de El Gabo en un movimiento circular de realidad-ficción
Por Javier Mejía
Enfrente había un friego de papeles metidos en folders que durante años nadie los había tocado. Una cinta amarilla no dejaba que salieran ni los textos, ni las imágenes que venía juntando en sus ratos libres, ya que la mayor parte de su tiempo lo dedicaba a estudiar y a trabajar. No obstante, había acumulado material que transcribió, interpretó o creó a su manera con el único interés de aprender algo de lo que nos ha dejado mucha gente pensante y generosa cuya contribución me parece significativa en el campo de las Humanidades, las Ciencias Sociales, la Política, la Literatura, la Filosofía y el Periodismo, entre otras disciplinas.
Y del montón de los amarillentos papeles rescato algunos enunciados del periodista-escritor Gabriel García Márquez, El Gabo, a propósito de su novela Memorias de mis putas tristes publicada en 2004 por editorial Planeta, y en la que el personaje principal cumple 90 años y quiere regalarse una noche de amor loco con una adolescente virgen para satisfacer una ilusión en su vida y acorde a sus principios, “más allá del bien y del mal”. Cosa que a la dueña de la Casa Clandestina ( Rosa Cabarcas) le generaba dudas dado la carga moral del veterano periodista que trabajaba en el Diario de la Paz donde publicaba sus artículos con un estilo literario.
Después de estar con Delgadina nunca más él se despertó con un sabor amargo. Sentía alegría hacia adentro manifestándose con mil lenguajes. La edad —pensaba— no debe medirse por los años vividos, sino por los años que uno piensa seguir viviendo.
Sentía por ella una tremenda adoración: “Nunca pensé que los ángeles cumplieran años, le dijo a Delgadina a quien llenó de regalos y de buenos tratos. El noventero sabía que bien parecido no era, al contrario era feo, tímido y anacrónico, pero a fuerza propia ha decidido disimularlo, por lo que el viejo era de tan buen corazón que le tenía lástima al diablo. Las mujeres lo acompañaban también porque sabían que nunca las dañaría. Delgadina lo motivaba para no dejar de escribir y hacerlo con mejor ritmo de acuerdo a su jefe de redacción.
Pero a todo le llega su hora y el primer distanciamiento apareció, al grado que el viejo enfermó de amor. Hizo llorar a los caracoles y enloqueció de amor. Dejó de escribir por un tiempo. Sabía que la vida sería triste y más aún si no la vivimos con una ilusión. Hacía todo lo posible por sobrevivir con la idea de que después de conocer a Delgadina el mundo es mejor.
Esta obra de El Gabo se mueve en terrenos del binomio realidad-ficción en forma circular como un realismo mágico con sus dosis de elementos autobiográficos. Pero mejor lea esta novela que forma parte del formidable legado que nos dejó el escritor latinoamericano…
