
Anteponer ambición política a emoción romántica o para ser político grande hay que tener cojones…
- mexicalinewsadmin
- 5 de noviembre de 2023
- Opinión
- 0 Comments
Por Javier Mejía/ V parte
En esta quinta entrega de la reseña del libro «Palabras Mayores», de Luis Spota, nos adentramos a la noción de que la política no es un juego sino «una guerra en la que todo se vale, y casi siempre lo que más se vale es lo más sucio».
Así es que entre lo público y lo privado, lo segundo desaparece de la faz de la tierra ya que todo acto del ministro de Industrias y Desarrollo, y probable candidato presidencial, son del dominio público.
Eso no le gustaba al doctor Víctor Ávila Puig ya que percibía el riesgo de que se metieran en su relación con Laura Krauss con quién procreó una hija o que refirieran su distante relación con su esposa Isabel.
— Nadie tiene derecho a meterse con ellas, dijo encolerizado.
— Es inevitable, lo tomarán de todos modos, respondió su amigo y asesor político, Horacio Allende.
Aunque los demás contendientes y el mismo presidente Aurelio Gómez-Anda tenían una vida azarosa rodeados de queridas hasta llegar a la depravación con sus orgías, eso no era asunto suyo, sino que a Horacio le interesaba «cuidar» a su jefe, si cuidarlo, expresión que al ministro Ávila le generó un sentimiento de camaradería, anticipándole que dichos negativos de sus adversarios los utilizarían en el mejor momento de la contienda.
— Claro, si quieres que yo te cuide, añadió como diciéndole que no era «una camisa de fuerza».
El tema era delicado y sus adversarios con tal de perjudicar al doctor Ávila seguramente que iban a hurgar todo y sacarlo a la luz pública. La «una segunda vida» del ministro, un hombre «aparentemente intachable».
— Cómo lo juzgará la opinión pública?,
Eso no lo sabían con exactitud aunque sí les traería negativos colocándolos en un estado de vulnerabilidad
Turbado, aún, Ávila Puig volvió a preguntar: «qué debo decirle, según tú, a Laura?».
El asunto sin duda le generaba molestias porque tanto Laura como la niña tenían un gran significado para él, así como la casa y su atmósfera que generaban… pero era necesaria la honradez y la franqueza de Horacio para tratar este asunto con su jefe y amigo quizá sólo para tenerlo presente.
Hubo una pausa, mientras que Ávila Puig se servía un whisky en las rocas, tratando de relajarse. La respuesta no llegaba tan pronto como lo hubiese querido el ministro, hasta que Horacio le dijo que «los asuntos privados se resuelven privadamente».
Dejarlas, esconderlas porque estorban, cuando no piden nada a cambio, era lo que no podía aceptar el doctor Ávila.
— Tal vez se me ocurre enviarlas a viajar unos meses, los de la campaña, dijo Horacio quien era el único de sus amigos que visitaba a Laura y a la niña, que era su ahijada.
— Eso es muy duro, dijo con una «emoción romántica».
EL momento era crítico que Ávila Puig casi estaba a punto «tirar la toalla», separarse de Isabel e irse con Laura y la niña lejos a Europa y olvidarse de todo. Eso, por supuesto, que no le estaba gustando al consultor político que hizo un alto: «para ser político, político grande hay que tener cojones», y era el momento de que su amigo lo tenía que demostrar.
Luego, preguntó: «valdrá la pena que busque la candidatura un hombre que antepone, a la ambición que debe endurecer al político, la emoción romántica de quién sólo quiere vivir en paz con su mujer y su hijita?. Tiene caso que me involucre en esta aventura?.
Desde que el presidente Gómez-Anda le dijo a su ministro, en la casa presidencial de Los Arcos, que estaba en La lista y que tenía muchas posibilidades de ser el candidato, «para bien o para mal, las cosas cambiaron, y dejaste de ser dueño de tus propias decisiones». Eso Ávila no lo entendía., entonces Horacio le dijo tajante: «si no quieres participar en la carrera por la Presidencia, ni aceptar las responsabilidades y las molestias que te impondrá, llama al Presidente y dile que prefieres tu felicidad y tu alegría personales, envíale tu renuncia».
Antes de que el aún turbado ministro dijera algo, el consultor político le remató…»pero si te agrada la idea de vivir cinco años, como príncipe, en Los Arcos, entonces no te quejes, muérdete un huevo… !y que venga lo que sea!».
La realidad era que a unos cinco días de que se daría a conocer el nombre de «el tapado», Ávila Puig podría quedar fuera y no ser el Seleccionado, lo cual era una posibilidad, de manera que no tendía sentido hablar separaciones temporales o definitivas con Laura,
Y si el doctor continuara en La Lista hasta el final, coincidieron en que habría tiempo de pensar en qué hacer, es decir optar por la idea de «darle tiempo al tiempo y ver cómo se vienen las cosas para proceder conforme a…»
En esta fase de «la guerra política», de la tenebra, de las campañas negras y de las zancadillas políticas, más valiera estar preparado y, de ser posible, ir un paso adelante de los «enemigos» para saber qué jugada traen y anticiparse a los «dardos venenosos».
Por lo pronto Horacio creyó haber convencido a su jefe de que se debe tener la piel dura como un rinoceronte o aprender a cazar tiburones en un mar de tiburones que es la política al estilo mexicano de los años 70 del siglo pasado.
Acaso persisten muchos de sus esquemas y de sus prácticas políticos que llevan a cabo con tal de preservar el Poder?. Es posible que se reproduzcan con un estilo propio del gobernante en turno?.
La guerra política arrancó y prácticamente todo el escenario era de «pronóstico reservado», de un «nada está escrito», y de que «nadie tenía la mesa servida», aunque Horacio no dejaba de ver al doctor Víctor Ávila Puig como al menos uno de los dos finalistas en la ruta de la carrera por la Silla del Poder (continuará…